El amor incondicional. Es la experiencia más básica de la familia. Saberse y sentirse querido por uno mismo, confianza de ser amado incluso cuando se falla. La incondicionalidad y la tolerancia son una ley básica de la humanización; pese a todo, hay perdón.
Gratutidad. Es un valor progresivamente olvidado en la sociedad, pero que en la familia mana a raudales. De hecho, es su nota principal. El caudal de la gratuidad es lo que hace funcionar una sociedad, sin ella se hace inviable y se colapsa.
Discernimiento. La familia nos enseña a distinguir las cosas, a llamar las cosas por su nombre, a conocer el bien, la verdad y la belleza. Nos enseña a hablar el lenguaje de la realidad, a distinguir los signos de sus mensajes.
Trascendencia. Gracias a la familia sabemos que las cosas van más allá de nosotros, aquí y ahora. Lo aprendemos al pensar en antepasados y en generaciones venideras. Formamos parte de una historia que nos trasciende.